viernes, marzo 10, 2006

Sueño

Un sueño profundo, intenso, tremendo, un sueño que llega a asustar por lo fuerte con que te golpea. Te da tan fuerte mientras navegas que podrias caerte por la borda si antes no te aseguras de estar en un lugar bien pegado al piso del bote. Si llegas a rendirte por un rato, sientes que todo gira, y seguro te duermes, no hay caso.

Después de que resistes, o simplemente caes, ya sea por mareo, sueño del dia anterior, o por el efecto que te producen pastillas como Mareamin o Bonamina, el trabajo. Unas 5 horas consistentes en pescar carnada, buscar boyas, rescatarlas, recoger y lanzar cabo, izar trampas, sacar la captura, contarla, medirla para luego limpiarla y finalmente asear el bote, baldeando y fregando todo.

Entonces da hambre, mucha hambre, y te comes unas lentejas calentadas en el caldero, un tubo de lata con hoyos dentro del cual pones leña y que enciendes con un poco de bencina que sacas del bidón plástico de la reserva del bote. Eso es a veces, porque lo más típico es tomar un cangrejo, abrir su caparazón, sacarle todo tipo de líquidos y sustancias extrañas, dejando únicamente un tipo de sustancia extraña de aspecto poco apto para corazones y espíritus sensibles, luego le agregas cebolla picada, sal y limón, revuelves, dejas reposar, y tienes salsa de cangrejo que te comes cruda con pan.

Luego sigues y sigues navegando, entonces de pronto, el trabajo está terminado, y miras alrededor. Entonces ves la vida que llena el mar, manadas de ballenas piloto, tiburones, delfines que surfean aprovechando la energía de alguna ola, cachalotes y todo tipo de pájaros, fardelas blancas, grises, albatros, golondrinas de mar y petreles.
Y continúas adelante, mientras tanto, el sol se cuela por cualquier lugar, el azul se hace cada vez más intenso, el cielo se hace más y más alto pero al mismo tiempo más cercano. El calor quema inclemente la pintura mientras un olor insensible, mezcla de madera mojada, humedad, sal y algún crustáceo indefinible llena la nariz y te acostumbras al zumbido del motor fuera de borda hasta que desaparece del oido, de tu mente, del paisaje, y de pronto, sólo quedas tú acompañado de la libertad, la libertad que te da el mar.

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