viernes, septiembre 29, 2006

Pasión


No cabe en la palabra, le falta espacio. Seis letras no son suficientes para contenerla.

Simplemente estalla y ya!, te lanzas al agua, te salta encima, catapultada por un elástico que se estira y se estira, hasta que simplemente: TATE!!. Y hay de muchos tipos, ya que puedes sentir pasión por personas, cosas, actividades, por uncuantohay difícilmente inventariable en verdad. Es que ejemplos hay muchos, familia, trabajo, lo que estudias, la vecina de enfrente, Caterine Zeta Jones, atún en lata con lechuga, limón y mayonesa, política, cine, el fútbol.

Y aquí es cuando me detengo, claro, porque me acabo de acordar que érase una vez muy, muy lejana, en que me gustó el fútbol. En aquellos momentos diluidos por la lluvia, disfrutaba incluso más que verlo, el escucharlo, o sea, apagar el audio de la tv para sintonizar una radio que lo transmitiera, sólo para oir, sentir el pulso del relato, el cual generalmente era mucho mejor y vibrante que el mismo juego.

Sin relato no habría poesía, y es que la poesía puede dibujar la pasión, entregándole vida, feromonas a una realidad a veces algo desteñida. En las palabras del uruguayo Victor Hugo Morales "Ese relato se puede comparar con una emoción violenta de una persona cuando mata, es una cuestión visceral. Tuve la mente en blanco durante algunos segundos sin saber lo que decía".

O sea Don Victor, simplemente, pasión. Con ustedes, lo que verbalizó el Sr. Morales, sin saber bien como ni porqué, un día de 1986.

"...la va a tocar para Diego, ahí la tiene Maradona, lo marcan dos, pisa la pelota Maradona, arranca por la derecha el genio del fútbol mundial, y deja al tercero y va a tocar para Burruchaga..."

"Siempre Maradona. ¡Genio! !Genio! ¡Genio! ¡ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta... y Goooooool... Gooooool... Quiero llorar! ¡Dios santo! ¡Viva el fútbol! ¡Golazo! ¡Diego! ¡Maradona! Es para llorar, perdónenme..."

"Maradona, en una corrida memorable, en la jugada de todos los tiempos... barrilete cósmico... ¿De qué planeta viniste? Para dejar en el camino tanto inglés, para que el país sea un puño apretado, gritando por Argentina.... Argentina dos, Inglaterra cero... Diegol, Diegol, Diego Armando Maradona... Gracias Dios por el fútbol, por Maradona, por estas lágrimas, por este Argentina dos, Inglaterra cero..."


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martes, septiembre 19, 2006

Hoy

Foto: Graca Loureiro

Y el día fluía, deslizándose entre las piedras de la orilla.

Brillaba el sol en el cielo, mientras se arremolinaban minutos y recuerdos en la brisa de septiembre como sueños a medio camino. Entonces el momento nos trajo de vuelta, retornamos en el tiempo recobrado a cada paso de esta primavera inconclusa. Respirando un poco, tragando olvido, en la plena luz del recuerdo que trae, satisfecho, una vieja alegría gastada y atesorada en un cajón extraviado.

Luego el instante se deshizo, yendose tal cual llegó, a propósito de todo y de nada, de la mano de la tarde. Sin razón alguna, sin objeto al cual agradecer o culpar, sólo un pedazo de tiempo hecho regalo, un espejismo, un fragmento de pasado que ya se fue para siempre.


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Reggaeton

No me gusta el reggaetón.

Pero por esas cosas de la vida, que tienen que ver con trabajar, ayudar a un amigo, y con que el cliente tiene siempre la razón, este 18 escuché al menos unas 15 hrs seguidas de reggaetón.

FUERTE. NO ES FÁCIL.

Y claro, estoy seguro que a muchos les encanta, por algo se formaban grupos a hacer coreografías para bailar a Daddy Yankee, Reggaeton boys y Residente Calle 13. Pero a mi, treintón outsider, después del undécimo tema mas o menos, me produjo un efecto anestésico, un adormecimiento provocado porque en el fondo (y también en superficie) todos sonaban idénticos, y al rato todo parecía lo mismo, y en verdad, todo daba igual.

El punto es que eso también pensaban, o dejaban de pensar, quienes disfrutaban la musica en el local, o sino no hubiera quedado el desastre que se armaba cuando empezaban los sones inconfundibles del himno de este 18 de septiembre que se fue:

Atrévete te te
Salte del closet
destapaté
quitaté el esmalte
deja de tapaLte
que nadie va a retratarte
Levantaté ponte Hyper

Entonces, sea porque estás anestesiado, por el cansancio acumulado de trabajar-vivir ahí, por las ganas de pasarla bien un rato, porque son las 4 de la mañana, o quizás (cuesta incluso decirlo), porque al final de todo no es tan malo el reggaetón, entonces, sin saber como ni cuando, te das cuenta que estas llevando el ritmo. ¡OH SORPRESA!!!, mientras recuerdas que alguna vez te gustó el heavy metal, ahí, extrañado, dejas inmediatamente de mover los pies, y te das cuenta tus dedos llevan el tema sobre la mesa como si se mandaran solos.

Y la canción sigue, mientras la multitud en trance vibra, grita, pelea, saltando al ritmo de un candombé hip-hop. Miras alrededor, te das cuenta que estás de espectador y que en realidad puede ser aburrido siempre estar dándole vuelta a las cosas, especialmente si estás pasando 20 hrs diarias trabajando con Daddy Yankee de música ambiente .

Ahí miras al suelo, divisando una delgada linea roja...te frotas los ojos (¿¿línea roja??, ¿desprendimiento de retina?), y no, ahí está, claramente dibujada, esa que te dice que para ser actor basta simplemente dar un paso, que es inútil atarte al timón, y que aunque sirviera, es bien monótono o latero hacerlo siempre. Imaginaria, cercana y lejana a la vez, esa raya divide a los analistas compulsivos de los gozadores impenitentes.

En ese momento, mientras ves que alguien agarra una silla para arrojarla a no se quién y a no se dónde, divisas que otro cae al suelo nuevamente, terminas de comerte una empanada de almuerzo-cena, mientras sirves el enésimo destilado de melaza TQL (¿que diablos será eso?), simplemente, en ese instante, das el paso, y te das cuenta, por cinco minutos al menos, que en realidad, el reggaetón puede no ser tan malo al final de todo.

-Relax man. Calmao socito.


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martes, septiembre 12, 2006

Al día siguiente


El día después tiene un dejo de suspiro, uno de alivio, también de satisfacción. Al día siguiente las cosas se ven de otra manera, con la perspectiva que da la distancia y el tiempo. Se produce un quiebre de un modo imperceptible, una trizadura que es un regalo que te da el sueño que separa ambas jornadas.

Y si pasaste un mal rato, una pena por ejemplo, llevas un sabor en la boca, en la garganta más bien. Un "algo" difícilmente describible, moldeable por musica quizás, por sensaciones, como la atmósfera creada en y por Charly Brown con su perro blanco y negro, una sonrisa leve, nostálgica, como compás de blues, jazz o bossa, un no se qué no se donde.

Pero las alegrías de antes también están contigo, te acuerdas, sonríes, se acumula todo y pasa a ser parte tuyo, lo que hiciste siempre, rara vez lo que dejaste de hacer. Y mientras avanza el día, tu transcurres con él, sigues, actúas, recuerdas. Entonces, reconciliado con la memoria, te animas a dar un nuevo paso para seguir adelante, porque simplemente, otro día ya es hoy.

domingo, septiembre 03, 2006

Domingo

Me gustan los domingos en la mañana. Su placidez, el probable contraste con la noche de sábado que pasó, esa sensación de silencio, en la que parece que al fin tienes la oportunidad cierta de despiertar sólo una vez que realmente has descansado. Es como cuando uno era niño, en esas eternas vacaciones de verano de tres meses, entonces despertabas tranquilo, se te abrían los ojos voluntariamente cuando brillaba el sol en la ventana, y no acumulabas ese cansancio que parece llevarse en la raíz del ojo.

Sé que soy afortunado de tener ese silencio en las mañanas, quienes viven junto a una carretera, al lado de un aeropuerto, incluso en las cercanías de una compañía de bomberos, no saben lo que se pierden. En todo caso, ahora que escribo, no sé si realmente uno pueda llamarse afortunado, pues no se si exista algo llamado suerte, "eso" capaz de tocarnos a ratos para entregarnos un poco de felicidad envuelta en una caja de chocolates. Y es que aunque es genial pensar que todo pasa por algo, también es angustiante pensar que todo pasa por nada. Si se trata de estar más tranquilo en todo caso, recomiendo la tercera y misteriosa opción, el lado "C" de las cosas, en este caso, que todo pasa por algo, pero no tenemos idea porqué, asi es que da lo mismo, lo que sucede siempre es lo mejor que puede pasar, norma conocida desde ahora mismo como Ley anti Murphy.

Y así, con ideas que saltan de un lado a otro, desde el domingo, pasando por el descanso, y doblando por el recodo de la suerte y el destino, ahora simplemente escucho el silencio de la mañana, un poco incómodo si te molesta oirte un rato a tí mismo, pero agradable si tienes ganas de pensar, leer o incluso intentar escribir. Entonces, y quizás en un arranque de humana contradicción, o de perfecta coherencia, hoy, domingo en la mañana de un 3 de septiembre, simplemente dejo de escribir, y me largo a escuchar a Mike Patton.

Saludos.