jueves, marzo 30, 2006

La ballena


Fue en un día de sol, caluroso, despejado, cuando bajo el mar se agitaba una culebra gigante que se ondulaba una y otra vez, sin parar, sin detenerse nunca, agitando el agua para formar una onda larga, rítmica, sobre la cual te empequeñeces como el público ante una sinfónica, mientras el bote sube y baja a su compás.

De pronto, su espalda imperfecta describió un arco perfecto, una parábola gris que rompió el azul en pedazos de espuma blanca. Lanzando un chorro de agua al cielo espantó a las fardelas que se agitaron y formaron círculos. Simplemente navegaba, fuera de esta realidad, lejos de toda humanidad, en una dimensión distinta, en un presente líquido en donde todo se diluye y agita mil veces, en donde se mira un cielo que no es nuestro cielo.

Por un instante nos trajo otro mundo, todo silencio, contemplación, serenidad, pero no nos costó nada ser humanos nuevamente. Entonces pensamos en posibles enredos con trampas, en carnada, en esa totalidad de cosas prácticas que definen nuestro modo de vida, haciéndonos desechar, despreciar, o al menos convertir en sospechoso, todo aquello a lo que no le encontramos un fin útil.

Sobre nosotros, en nuestro cielo, el sol siguió imperturbable, brillando y marcándonos en la piel nuestro día a día. Nos separamos más y más, hasta que desviamos la mirada, volvimos al trabajo, y todo, todo volvió a ser como siempre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sigo estando perdida, no solo en un infinito desconocido, sino incluso en un metro cuadrado de ilusiones y fantasías en el que estoy atrapada y perdida... De niña siempre fui distraida, pero cuando mi maestra nos enseñó la "rosa de los vientos" logró captar súbita e intensamente mi atención... norte, sur, este, oeste, no hay manera de perderse, pero yo sólo entendí ese día lo que visualmente la rosa de los vientos me transmitía, un punto en el centro y rayos en todas las direcciones... si nombres, solo con muchos colores...