domingo, julio 12, 2009

Silencio

Al terminar los tragos, la oscuridad parece el rastrojo miserable al fondo de la botella que separa tus ojos de los mios.

Entonces, enmudeces libérrima y la noche se desmorona y gira, disolviendo la realidad en ese charco donde chapotea el irrefrenable e incierto devenir, ahogando todas las preguntas, razones y reflexiones, para quedar sólo ambos, dos sombras unidas por un silencio tejido entre sus bocas.

Calla, parece decir la noche.

Calla y sólo quémame, con el restallido de tus labios tibios y el látigo frio de tus dedos, pues se que no podré alcanzarte con mi palabra desbocada y herida.

Calla y sólo quémame, mientras reclamamos nuestra patria bañada en plata, aferrando los sentimientos antes que al amanecer blanqueen sus huesos calcinados.

Entonces, cuando enmudeces libérrima y la noche se desmorona y gira, germinas en ese surco con que nuestros cuerpos desgarran sus horas, te detienes entre mis manos, y nuestros silencios se alcanzan, para perderse al unísono en el canto embriagado de este cielo negro y derribado.