jueves, junio 25, 2009

25 de junio

Nunca pensé que así sería el día en que muriera Michael Jackson y Farrah Fawcet, la rubia de pelo ondulado de los Angeles de Charlie. Es que en ese tiempo ochentero en que las tardes transcurrían frente a un televisor inmenso nada hacía suponer que Jackson iba dejar de ser negro y que no usaría más esos pantalones con tirantes con algo asi como un sweter azul a rayas y boina, como en el video en que sale andando en carreta con McCartney.

Pero es verdad, hoy ambos murieron, y lo pavoroso es que no nos quedan recuerdos de ellos, sino tan sólo sus personajes, y esas imágenes de guionistas, de tardes aburridas con unas chicas pegadas a un intercomunicador dispuestas a recibir misiones policiacas, son ahora aún más viejas de lo que siempre fueron.

Lo más intrigante no parece ser que un día la muerte nos bese con su escalofrío amarillo, sino en lo impredecible del cuando eso llegue a suceder y en lo inescrutable que resulta saber que es lo que alguien recordará de nosotros.

La vida, un segundo.

Parafraseando a Humberto Cardenal

Señor, recibe a quienes se presentan ante Ti sin ningún maquillaje
sin su Agente de Prensa
sin fotógrafos y sin firmar autógrafos
solos como un astronauta frente a la noche espacial.
Sólo Tú conoces sus verdaderos nombres.

martes, junio 09, 2009

Semana

Despiertas un día. Uno ni mejor ni peor que el anterior. El delgado aire frío lacera lentamente tus pulmones. Sin una razón revisas fotos, lees esto y aquello, pones la radio y la cambias una y otra vez sin detenerte en alguna estación en particular. Notas que el tiempo ha pasado sin irse a lugar alguno, aunque en verdad eres tú quien sigue en lo mismo y todo se ha esfumado entre tus dedos. Las horas te dicen que lo hecho es nada, el esfuerzo vano, y no dejas de asfixiarte una y otra vez en ese pozo al que caiste, en donde la única certidumbre es que debes reinventar tu vida sin cesar. Marcas un número de teléfono que nadie responde, el pecho te presiona ahogándote, todo parece romperse mientras conduces pensando en momentos que ya no existen, ausente y disuelto en una burbuja de nada. Gira el día, la tarde demora en pasar lo que llega la noche, el mar es un charco insondable donde se desangra el sol degollado. De pronto, miras el vehículo a tu costado, una niña de ojos negros inocentes con la alegría de un girasol, te mira y sonríe diáfana, entonces todo adquiere un sentido y vuelve a valer la pena.

miércoles, junio 03, 2009

Otrora

Tanto tiempo y días luminosos que ahora yermos yacen recogidos en su tumba.

Invoquémoslos, recobrando el perderse ineludible, mientras el viento troca los segundos por el paréntesis de la pequeña muerte que nace entre nosotros.

Ven, regálame el abandono de tu cuello entre mis manos, mientras te penetro con el frenesí de la vida que se marcha.