viernes, enero 25, 2008

Último día

El día final es una puerta cerrada de golpe frente a una ventana abierta de par en par. Es que el último día pende en el extremo de un hilo construido a fuerza de logros, cargado también de esos deseos que no fueron del modo en que alguna vez quisimos. A veces pareciera que la capacidad de ilusionarse es proporcional a la probabilidad de que la vida no resulte del modo en que soñabamos, sin embargo, todo sigue transcurriendo, y el último día no es más que un paso más, un nuevo hito que te abre una salida para iluminar y regalarte la libertad de ignorar ese tiempo que se tuerce y vuelve tras de sí, para simplemente intentarlo una vez más.

No desperdiciaré los días masticando angustias,
ni platicando eternamente con sueños difuntos.

Nada de eso.

Desenterré una estrella de las entrañas de la tierra tibia, negra y soleada,
reconstruiré con ella las sordas calles,
arrasando el gris con su luz fecunda.

Simplemente caminaré abriendo avenidas,

para vencer la agobiante indiferencia,
la resignación bovina,
del gastado pavimento que soporta los pasos.