viernes, diciembre 29, 2006

Año nuevo

El año nuevo lo asocio a ese rato que viene después de que terminó oficialmente la celebración. Ese momento que sigue a una fiesta de matrimonio por ejemplo, en que la mayoría ya se fue, y están regados los globos en el piso, muchos vasos vacíos en las mesas, uno que otro durmiendo por ahí, quizás una pareja que baila, como ambiente de la película "Los fabulosos Baker boys", un tiempo sin corbatas, y lamentablemente, sin una Michelle Pfeifer enfundada en un vestido rojo, descalza, sobre un piano de cola. Ese ambiente, algo arrasado quizás, como de barra de bar al amanacer, tiene algo de paz, de cansancio, de caña, de mucha sed, de sueño con sabor a celebración, una leve tintura de melancolía, pero mas bien de satisfacción.

Es que es necesario quemar el pasado a ratos, aunque sea simbólicamente, por eso incendiamos el cielo el 31, le decimos chao al viejo, a lo malo, pero también a lo bueno, y esperamos, lo más intensamente posible, el nuevo amanecer. Ese despertar lento, algo devastado, sin el exceso de cada palabra, es certeza que inunda, momento de callar, de saborear la libertad plena quizás, la que te dice que puedes empezar de nuevo, pues no es cualquier día, ya que acabas de vivir a full un nuevo hito, ese que marca el cierre de un año, también del viejo mundo, ese que se colapsa anualmente a la hora cero del 31.

Por lo que viene,
Por lo que nace,
Por los amigos,
Por la felicidad,
Por la vida.

¿Que le faltó al muertito?

SALUD!!.

miércoles, diciembre 27, 2006

Brown



Se fue la fuerza, la parafernalia, el exceso, la alegría, el grito desgarrado, la voz gastada, sensualidad y sexualidad puesta en escena.

Se fue la entrega total al público, los zapatos de taco, el peinado liso, lentejuelas , humo, luces y capas, la edad indescifrable.

Se fue un tipo muy de este mundo y bastante fuera de él.

Se fue James Brown, se fue su alma, se fue el soul.

El rey ha muerto, viva el rey.

I feel good.

jueves, diciembre 21, 2006

Veinticinco

Foto: Estevaola Fuente

Cuesta describir el silencio.

Tiene algo de ausencia, de negación, un dejo de incomodidad. El silencio puede ser el mejor modo de comunicar algo, de decir todo sin decir nada, pues lo habitual es el ruido, el sonido, el diálogo, pero lo atípico es escucharse sólo así mismo mientras el entorno yace en paz.

Y ese silencio cerrado es una experiencia fuerte, una penitencia, estás sólo contigo, pero en verdad estás siendo más que nunca parte de lo que te rodea. El viento se desliza por los cerros, abraza los montes, susurran los cipreses mientras cae la tarde, llega la inmensidad de la noche, y simplemente estás ahí mirando, sintiendo mas bien, como todo transcurre. Entonces puedes huir, pero también puedes optar por afrontar el silencio de pie, entero, tranquilo, con toda calma, mientras lo sientes llegar.

Dicen que la hora más silenciosa, más oscura también, es aquella previa al amanecer, ese lapso que es margen de lo que se avecina, pues el silencio trae invariablemente algo nuevo, otra realidad, un punto de vista diferente, quizás una certeza, tal vez una duda. El silencio entonces es preludio, del escape muchas veces, pero también de la esperanza, pues con el puede nacer un nuevo día que transporta la luz, aquella que vive su apogeo en el solsticio en diciembre, esa que para muchos viene de la mano de un niño cuyo nacimiento se celebra este mes y que trae la esperanza al vencer con su palabra hecha verbo, las sombras de este mundo.

miércoles, diciembre 13, 2006

Ese día

Foto: Mariana Castro

Y desde ya sólo nos queda decir que hay un mañana.

Un consuelo, toda esperanza y todo deseo de verdad, justicia y paz. Podemos tal vez aún quemar cada brizna de pasado aciago, atesorando en la memoria lo que fue de él para intentar no repetirlo en lo que será.

Ese día no nos abrumará la realidad, no nos aplastarán un alud de hechos desrraizados, ahogado tropel sordo y ciego. Entonces quizás no clamemos venganza, ya que a la luz de esa mañana luminosa divisaremos una tierra plena de justicia, una que hasta hoy sabemos no es de este mundo.

Demasiados imposibles para no morir feliz.
"Canción para mañana"- Los Bunkers

domingo, diciembre 10, 2006

10/12/06

Augusto Pinochet Ugarte, murió el 10 de diciembre de 2006, mientras estaba siendo juzgado en Chile por delitos financieros y por numerosas causas de Derechos Humanos. Los tribunales no alcanzaron a dictar sentencia.

sábado, diciembre 09, 2006

Pinochet

Hace rato que quiero escribir algo, pero no me sale.

Y quizás no quiere salir porque anula las ideas, las nubla, pues todo en torno a su persona es básico, primitivo y por lo mismo es fácil caer en la obviedad. Bajo su gobierno disentir se reducía a eso, discusiones elementales, peleas mínimas que por lo mismo eran máximas, mortales para demasiados.

La obviedad absoluta siempre en duda, no matarás, respetarás a los vencidos, el estado no es una herramienta represiva, la peor democracia es mejor que cualquier dictadura, la subordinación de la lógica y brutalidad militar a la civilidad. La inseguridad sobre cualquier consenso que no fue aquel concebido a efectos de la seguridad nacional para impedir la malsana influencia de "ideologías foráneas".

Tiene 91, pero quizás ya ha muerto demasiadas veces, con Letelier, Prats, profesores degollados, con cada y por cada desaparecido, fusilado, asesinado, cada vez que derivó su responsabilidad en sus subordinados, buscando eludir la justicia o un inexistente veredicto histórico, en cada ocasión que decidió ser el pitbull azuzado por quienes disfrutaron ver como soltó su correa para devorar y no soltar jamás a su presa.

Tiene 91, pero quizás sigue muriendo, porque para morir no es necesario perder la vida, basta extraviar el alma. Representa algo terrible, es el símbolo para quienes defienden los fines sin valorar los métodos, sin importar la suerte de nadie que no seas tu mismo, simplemente caminar, caminar, dejando atrás un silencio de sepulcro, una huella teñida de rojo, un hondo seguir estando sin estar nunca más.