jueves, marzo 02, 2006

Luna


Hoy la luna brilla sobre el mar.

Y hoy si puede brillar, no porque antes fuese opaca y ahora haya adquirido luz propia o reflejada, sino porque hoy estuvo despejado todo el día. Eso por un lado, pero por otro lado, también brilla porque antes fuimos al agua, en la tarde nadamos un poco hacia el norte, hacia el faro, cazando algo para la cena y otro poco para regalar.

Entonces, aquí estamos ahora, en el patio de la casa, junto a un fuego hecho con madera de eucaliptus dentro de un tambor rojo oxidado de 200 litros. Hay tres tipos de pescado a la parrilla, todos con sal y orégano, tres coca cola de algo menos de 1 litro cada una, y dos cajas de vino tinto.

Al lado, nuestros vecinos pascuenses, mas bien rapa nui, tocan guitarra de modo que suena como ukelele, también con un fuego, también con un tambor, pero sin tres tipos pescado, sin pescado en realidad.

Y la luna menguante brilla sobre el mar.

Mientras tanto luna, la perra labradror negra de la casa se revuelca sobre el pasto, y se acerca a pedir pescado, de cualquiera de los tres tipos, crudo o a la parrilla, da lo mismo. Nosotros no tenemos guitarra, menos ukelele, pero en la radio, suena Marco Antonio Solís cantando el tema aquel.
Miro al mar de vez en cuando, y me concentro en el brillo que se refleja en el océano, en el ritmo caótico con que se disipa y descompone con el movimiento de las olas. No hace frío, y creo que no es el vino el que abriga, es simplemente que hoy estuvo despejado después de una semana, y que la luna brilla sobre el mar, mientras luna, nuestra luna, le aúlla desde la terraza.


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