miércoles, diciembre 29, 2010

Borde

Foto: Mauro

Recuerdo a mi abuelo cuando diviso el vuelo circular de los pájaros o su aterido tiritar tras el salpicar de un abrevadero. Pareciera que escucho el crepitar del alpiste sobre el suelo de cemento del patio, junto a las Hortensias y la aspereza de las rojas macetas de greda.

El ruido de un bus destartalado y lento trepando por el cerro a la hora de almuerzo. La radio y los programas de carreras de caballos rayados una y otra vez de azul. Una ciudad que ya no existe construida al borde del mar y los cerros. Una antigua sociedad aferrándose al límite para no caer a la pobreza ni desprenderse de todo.

El verde agua del colegio en la vereda del frente, hoy con el color de un pétalo maltratado por el viento y el sol. La recurrencia de cada año para escribir su final los 31 de diciembre, el cruzar la calle para buscar la terraza y su vista infinita. Los pasos apresurados sobre los escalones para presenciar la quema del año sobre el mar.

Recuerdo a mi abuelo cuando llego al borde, cuando el filo del año se aguza con la energía de las almas congregadas y su comunión de gritos, abrazos y lágrimas. Y cuando lanzamos a la hoguera un año agrietado y partido, sé que el tiempo es desmesura, memoria e incógnita, pero no hay voluntad, o concreta indiferencia que sepulte el palpitar del jardín, borre los trazos de la fe esbozada en azul o escarche para siempre los nombres de nadie en el olvido.

lunes, diciembre 13, 2010

Andes

Foto: Mauro

Dejaré que diciembre se alce para verle caer más rápido contra la acera y trizarse rendido de risas blancas y estíos.

Plantado quedará diciembre y sus semillas entre la sombra de los cardos, aquí, donde los límites se diluyen pintados de desmesura.

Mudo le dejaré caer, para recoger sus pedazos, como cuentas de vidrio. Adornando con ellos tus caderas de luciérnagas, sepultando el año y sus 365 cuervos, recogeré sus pedazos para no olvidar tu risa de niña.

Cuando desnuda te encuentre, entre los silentes pastizales, besaré tus tobillos marchitos, abrigaré tus piernas, y dibujaré en ellos la nueva estrella que nace, para que esta vez, nunca más me olvides.

lunes, diciembre 06, 2010

Charco

Foto: Mauro

Se que algo dejé a medio escribir entre las olas del buque de carga, como un espectro al que el miedo olvidó, o el ritmo de tantos recuerdos colgados antes de hundirse de nuevo en si mismos.

Cuando tu silueta duerme, sólo se me ocurre llenar mis manos con el silencio de los témpanos para escribir, sentir tu frío y olvidar que tu invierno, inexorable, va cubriendo nuestro pasado de huesos.

Cuando el cielo sea un caminar de gaviotas, o el río no hile más tantos sueños esquilmados, tu día será mi noche, y su azul de perros soñados esbozará el reír de los girasoles junto a sus soles paridos.

Cuando tu nombre y el mio no sean más el musitar de un callar antiguo, el tú y el yo recobraran sus sílabas, y tu norte será mi sur para reencontrarnos en medio de cada viejo rumbo perdido.