viernes, julio 28, 2006

El frio

Hace frío y es imposible no notarlo, al respirar o caminar, al acostarse o levantarse, en todo momento se siente el hielo en el aire que se clava en tu nariz, en tus pulmones y en tu cara, alojándose en la garganta y en los pies. Enciendes la estufa y sientes frio igual, te pones gorro, bufanda, sales a la calle y es lo mismo, la sensación está siempre presente, en los cerros nevados, en tu nariz insensible y en tus dedos helados.

Y el frío es como un recuerdo constante que no logras arrancar de ti, te sigue a todos lados, amarrado y anudado, como la sombra de una tarde invernal pegada a tus zapatos. Como el hambre, como una vieja pena, o una gran risa que no logras detener.

Por hablar de asociaciones, me recuerda una pelicula antigua de Chaplin, la fiebre del oro, esa en que sale una escena en que se come un zapato y en donde hace bailar dos trozos de pan ensartados en tenedores. Ahí el juega con la dualidad, podía haber mostrado una tragedia blanca en Alaska, pero eligió hacer reir burlándose de si mismo, de su propia miseria, para indicarnos que todo es como queramos verlo, desplegando de paso gran humanidad.

También el frío me trae una imagen distinta, el pasear bien abrigado por una calle con hojas en el piso una tarde de otoño, con una mujer extrañamente parecida a Karen Poniachik, la ministra de energía que por estos días intenta que no nos corten el gas. Entonces yo y Karen caminamos, y entramos a un local a tomar algo, no para nosotros, sino que para el frio, para luego entrar al Cine arte para ver en una de esas la pelicula de Chaplin en cuestión.

Pero el frío me trae de vuelta rápido, porque esa es su gracia o desgracia, te mantiene despierto a pesar de todo, pues te hace sentir que estas ahí, avisándote que no te puedes quedar inmóvil mucho tiempo o simplemente te vencerá. El frío entonces es como el sentido común, la orientación práctica, esa alarma que te dice que no conviene quedarse pegado en lo que te sucedió, o de lo contrario hará de las suyas, olvidará su buena onda para proceder a helarte, a congelar posibilidades y sueños impidiendo que haya nuevos, arrancando calor de ti, haciéndote morir un poco en un dormir que te abraza y del cual no eres nunca capaz de despertar.

martes, julio 25, 2006

Cuando llueve

Foto: Gil Garcia
Pareciera el fin.

El fin del tiempo, del día a día, porque con ella el ritmo cambia, el vértigo da paso al sosiego que nace de la contemplación, del observar como escurre el agua que cae deslizándose por el vidrio de tu ventana. Es como un amor maduro, aquel que valora la pausa, el momento, la espera.

Y cuando llueve se limpia todo, la calle, el espíritu. Entonces te dan ganas de beber chocolate caliente con leche, quizás café, en una de esas ambas cosas, talvez mirar el mar como se sale del torpe espacio lo contiene en la Avenida Perú, Playa Ancha o Concón.

Quizás la imaginación y la memoria se te arranquen un poco, como tantas veces antes, como tantas luego, y te arrastren a un cine, a un paseo que creiste olvidar con bufanda o paraguas. Una sopa caliente, un cigarro en la terraza un día lluvioso de domingo, música para volar lento, john coltrane, lucybell, blues, saudade, nostalgia.

Y el cielo se vuelve contradicción, pues la luminosidad opaca que lo envuelve no es más que el envoltorio de la líquida esencia que le devolverá el brillo, liquidez que se asoma este dia martes 25 de julio, el día sin tiempo en el calendario maya. Día de frío que punza la piel, que molesta el alma, día para ver pasar en silencio, para hacer de la espera un nuevo comienzo que resbale una vez más por el vidrio de tu ventana.

miércoles, julio 19, 2006

Flores rotas

Foto: Catarina Rosa

Todo comienzó con una carta. Con ese objeto antiguo, anacrónico, artefacto que antaño traía las noticias a un ritmo pausado, uno que te permitía digerir tranquilo tanto el texto escrito, como aquel oculto entre líneas.

Y la carta, anónima, y rosada por cierto, traía una noticia, el protagonista, el mismísimo Bill Murray era padre desde hace 20 años. Él, Don Juan impávido y solterón, campeón cincuentón y amante de muchas mujeres en su vida, decide lanzarse al mundo para averiguar cuál es la madre, visitando para ello a cuatro ex parejas.

En la película hay mucha incomodidad, desapego, desadaptación de alguien al parecer incapaz de comprometerse y darle un sentido de continuidad trascendente a su vida. La cinta transpira ruptura y sentido de inutilidad, el desperdicio de escarbar en el pasado para encontrar respuestas, pues mientras más cavas en el pozo del recuerdo, más vas concluyendo que el ejercicio es ocioso.

Y así le sucede, a medida que re-conoce a cada ex, el reecuentro es más frío, más mudo, más triste. Con la primera termina compartiendo la cama, a la última la visita en su tumba, depositando en ella su respectivo ramo de rosas. Lo verdaderamente roto en la historia es la sistemática y angustiante pérdida de afectos, la imposibilidad de salvar una relación, tal cual Murray no es capaz de decirle a su última pareja que se quede con él, tal cual no puede impedir que su vida naufrague en la más impavida y pasmada de las soledades.

domingo, julio 09, 2006

La hora 25


Es una hora que no existe. Si el tiempo sigue un orden cronológico es la hora que viene después de la última, el instante que sigue al final de todo.

Es también el título de dos películas que he visto. Una de ellas, antigua, con Anthony Quinn personificando un soldado rumano en la Segunda Guerra Mundial, alguien que es sobrepasado por los hechos y se ve envuelto en un torbellino de situaciones que no comprende y que lo alejan inevitablemente de su familia. Su hora 25 es a su regreso, a casa, despues de años en el frente de combate, cuando lo espera su esposa con un nuevo miembro en la familia, un bebé en brazos con rasgos alemanes.

En la otra, Edward Norton encarna un tipo que va a ir a la carcel, es la narración de esa espera, una de la cual al parecer no hay escape, y en donde todo parece desolado, pues nada importa ya. Pero el condenado intenta cambiar, sanar heridas con su padre, amigos y su novia, quien quizás lo traicionó acusándolo a la policía. Spike Lee, el director, se da una licencia al final, cuando rumbo a la carcel, Norton tiene la oportunidad de ver como sería quizás su vida si abandona todo, si que se juega por la última posibilidad de romper el nudo de aquello que ha tejido, con aciertos y errores, durante toda su existencia.

A veces pareciera que todo fuese parecido a un desierto, como si todo nos sobrepasara y nos fuera imposible el más mínimo grado de control sobre cualquier suceso. Es la extraña contradicción de que ciertas cosas pueden durar para siempre, pero también pueden destruirse en cualquier momento, entonces uno quisiera agarrarse a esa hora última, la esperanza final, el hecho clave que, según sea lo que optes marcará inevitablemente tu destino.

Salud por eso.

sábado, julio 08, 2006

Digital

Siempre me ha gustado la fotografía. Recuerdo cuando chico mis intentos por utilizar una canon AE1, una cámara reflex, para intentar fotografiar de vez en cuando esto y aquello, sin más razon aparente que el mero placer de retratar, de conseguir una buena imagen de la realidad. Nada de fotos de grupos, esas de familia, generalmente comiendo, junto al sofá o al árbol de pascua. No, nada de eso, sólo paisajes, alguna imagen extraña, algo que captar por sorpresa, quizás algun tono o alguna textura de color atípica.

Entonces la fotograf'ía no era un placer barato pues había que comprar pelicula, de 24 si tenías poco dinero, o de 36 si tenías algo más, y generalmente te regalaban un rollo al revelar con un álbum para poner las fotos con ampliación incuída. Al final, de todas las que sacabas sólo rescatabas unas pocas, 5 o 10 con suerte, pues las otras salían desenfocadas, le cortabas la cabeza a alguien, o eran oscuras porque no usabas flash cuando debias haberlo usarlo.

Entonces de pronto, ese pequeño mundo con algo de élite, de paciencia también, pues no era llegar y volverse loco tomando fotos, se vino con todo al suelo.

Apareció la fotografía digital.

Y lo que antes fue el grano de la película se convirtió en más o menos megapixeles, temblaron las empresas de revelado, y quedaron cesantes los fotógrafos de pasaportes o de carnet de identidad. Con ella, y con ellos, desapareció ese mundo de calma, contemplación y paciencia para dar paso al desmadre total, la carrera por captar imágenes y desecharlas rápido si no satisfacen.

Pero no me querido quedar abajo de esta ola democratizadora de la imagen, simplemente, me quiero subir al carro y comprarme una cámara digital. El tema es cual.

Probé una sony, grandes colores, pero al compararlos con los de la canon is2 parecen algo irreales. Pero, ¿que es más real?, ¿la version sony o la canon?, ¿que es mejor?, ¿retratar la realidad u obtener una version digital de ella?. Y cuando escribo esto, recuerdo a un amigo daltónico que no ve el rojo frente a un fondo negro, y a mi leve miopía, que no me deja ver bien, especiamente de noche, ¿y si en verdad mi amigo tiene razón y todo el resto está equivocado? ¿y si los técnicos de sony descubrieron los verdaderos colores que nos rodean y que el ojo humano en su imperfección no logra captar?.

La realidad parece no ser más que un cierto consenso, un acuerdo de mayoría que al menos te da un margen para reinterpretaciones más o menos originales. En una de esas, sony sólo descubrió una versión que satisface a una gran masa que prefiere vivir el mito a una copia de lo que parece ser en verdad real.

Bueno, creo que me compraré la canon.

lunes, julio 03, 2006

Desde acá

Te llamo,

desde el fondo del crespúsculo,
con alma de monte y espíritu de alba.

Te llamo con el trinar de mil pájaros de agua y mil peces de fuego,
con la fuerza del sol y con la paz de la mañana.

Te llamo como el invierno al calor,
como la noche llama al dia,
te llamo desde las esferas celestes y las entrañas de la tierra,
con la pasión de la noche y la ternura del domingo,

te llamo desde siempre, por siempre y para siempre,
te llamo como en el pecho pulsa el latido,
con paz de amanecer y bullicio de mediodía.

Con las olas de Colmuyao, la sal de Budi y la arena de Galinhas.
Con la inminencia de una copa que cae.

Te llamo simplemente desde el recóndito camino y desde el centro de la blanca estela.
Para que estes conmigo, para estar juntos,


Para poder al fin dejar de llamarte.

sábado, julio 01, 2006

La poderosa muerte II


Y así es la poderosa muerte. Cierta entre un mar de incerteza.

Ahí radica su poder, pues el poder nace del control, pues su eterna presencia puede condicionar nuestro actuar, nuestro sentir, nuestro vivir, es la eterna tentación que se insinúa como falsa solución a nuestros problemas. Pero a mí no me gusta el poder, por forma de ser, por porfiado, por la razón que sea, no me gusta, pues corrompe y termina convirtiéndose en una herramienta para que algún Gran Hermano maneje las vidas de otras personas a su antojo.

Quizás vivir al fin y al cabo sea un acto de rebeldía, de porfía absoluta, un salivazo en la cara al poder, para decirle que nos deje tranquilos y que tome lo suyo cuando tenga que ser y ya, que simplemente no moleste más, pues estamos muy ocupados viviendo. En una de esas, en esa posición conciente o inconciente, pero siempre algo talibana frente a la vida y al poder de la innombrable, alejas de ti los fantasmas, las penas, las tristezas y todo es gran cuantohay para sepultar el temor a vivir y simplemente, seguir adelante.