jueves, marzo 23, 2006

Aquatic life


Hablar de una película que no he visto es difícil, imposible quizás. Esto puede ser considerado como un parche antes de la herida, pero también como una advertencia, una señal caminera que te dice "No sigas, te lo advertí".

Pero algo sé de la película, más bien he leído sobre ella, lo que han dicho personas que la han ido a ver. Y como el cine es el arte de la imagen en movimiento, intentaré hacer cine, hablando de la imagen que se grabó en mí, más bien de la imagen que creo, o quisiera ver en esa película.

En la cinta, el protagonista, Bill Murray, el mismo de los cazafantasmas y de "El día de la marmota" (donde aparece la GUAPISIMA Andy Mcdowell), es un investigador submarino con un gorro de lana rojo, que viaja por el mundo con una tripulación extraña buscando vengar la muerte de su hijo matando a una extraña especie de tiburón. No se trata de Moby Dick, un cetáceo, sino que de un elasmobranquio, pero el director hizo una mezcla freak, un Melville "recargado".

Se trata de un homenaje, uno a nuestra niñez, a las fantasías que nos despertaban series de televisión como "El mundo submarino de Jacques Costeau" y esos documentales del mundo salvaje, generalmente con traducción hecha en España, y que por ende, pronunciaban todo con "Zetas". Pero también de un recuerdo, un retorno a ese mundo algo bizarro, de las series de antaño, de Ed Wood o Godzilla, donde algo de nuestra inocencia perdida vuelve a fascinarse con monstruos marinos de utilería y a entretenerse con ese cine de culto que los gringos llaman B-Movies (peliculas B, la "B" es de "Bad", películas malas).

Hay algo demasiado entretenido en la imaginación desbocada y descarriada, en la caricaturización del entorno, en donde la historia asume que es real, sin necesidad de imitarla en demasía. Monstruos evidentemente plásticos o de cartón piedra con ampolletas cubiertas de papel celofán, quizás sólo nos recuerdan juegos infantiles, cuando uno era feliz con un trozo de madera pintado que imaginabas era una pistola láser. Pero luego crecimos, y vimos que algo de eso era cierto, cuando franceses flacos de gorro rojo viajaban descubriendo un mundo hasta entonces desconocido y también cuando descubrimos que el mundo tiene mucho de una gran burla y que todo se parece bastante a una espada láser de palo pintada con brocha.

Mención aparte habría que hacer de un brasileño que toca temas de Bowie en portugués. Y digo aparte porque he escuchado los cover, específicamente, "Life on mars", un tema buenísimo, lleno de añoranza, de preguntas, de poesía, poesía que sólo tu imaginación es capaz de poner sobre la sensación que te da la música compuesta por un maestro como el duque blanco y que reinterpreta a la perfección el brasileño llenándola de saudade

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