jueves, junio 29, 2006

La poderosa muerte I


Es uno de los pocos hechos de nuestra vida sobre el cual tenemos certeza que en el futuro sin duda alguna ocurrirá, ¿cuando?, nadie lo sabe. Y eso es porque el vivir es un hecho absolutamente incierto, que parece estar encaminado sin duda alguna a estrellarse a toda velocidad contra una pared que espera al final del camino .

Así, la poderosa muerte parece implacable, una lluvia torrencial que te golpea al caer, una ola que te pega en la rompiente. ¿Porqué sera que nos cuesta tanto soportar la incertidumbre del día a día?, la necesidad de cierto grado de certidumbres a veces nos agobia, pareciera que la lucha constante nos deja sin fuerza a veces para seguir adelante y algunos sienten la necesiad, la picazón de correr por la certidumbre más cierta de nuestras vidas.

Pero, como escribí una vez, vivimos en el fondo de un cráter, uno en apariencia plácido, tranquilo, que sin embargo puede estallar en cualquier momento arrasando con todo y con todos. Simplemente, somos así.

Quizás haya que excavar más allá del crater, no quedarse en la apariencia del mundo, sino que explorar su significado más trascendente para resolver el conflicto de ser de un cierto modo y no sentirse cómodo siendo así. Así, en esa búsqueda, en ese transitar, le cerramos la puerta en la cara a la poderosa muerte, pues le damos un significado al día a día, usamos nuestra incomodidad para darle un significado en nuestro mundo, en nuestro cráter si prefieres, y así nos ocupamos en ver de verdad lo que nos rodea y a quienes nos rodean, para vivirlo en serio y abandonar la egoísta carrera por el poder de la más concreta de las certezas.

domingo, junio 25, 2006

Cobquecura y el canelo

Cobquecura significa pan de piedra en lengua mapuche. Es un pueblo ubicado desde Chillán hacia la costa, pasado el pueblo de Quirihue.

Es un lugar pequeño, con playas de arena con mar abierto y mucho viento. Lo conocí en 1995, a mi regreso de mi primera práctica profesional, estuve unos días ahí intentando aprender a pescar corvinas y lenguados, alojando en la casa de la familia de un amigo de toda la vida.

Lo recuerdo como un lugar aislado que en verano se llenaba de gente, afuerinos, que buscaban pasarla bien en vacaciones. Lo más notable, una roca cercan a la costa con una lobería, sus playas, río y su gente, lugareños, muchos de ellos descendientes de una importante colonia palestina.

Escribo esto porque cuando estuve allá era evidente el cambio que se estaba produciendo, se inauguraba un camino nuevo, llegaba más gente, ya no se podia dejar las cosas botadas en la playa y recogerlas al otro día, pues cosa extraña, alguien podía robarlas. Ahora me entero que la empresa Celco, dueña de plantas de celulosa, estudia eliminar sus residuos por un ducto submarino que instalarán en Cobquecura.

Celco, la misma empresa indicada como la culpable de la contaminación del humedal, santuario natural de la ciudad de Valdivia, que provocó la muerte y la emigración de sus cisnes de cuello negro, y que hizo que se la publicación "Ethics in science and environmental politics" se preguntara, "Son los dueños de Antar Chile (empresa dueña de Celco) tan avaros que no pueden gastar una pocas décimas del porcentaje de sus ganancias para tratar o recircular el contenido de sus efluentes de pulpa para salvar el santuario?".

Para mí, aparte del tema medioambiental, lo que está en juego es también la defensa de un modo de vida, ignoro si los habitantes de Cobquecura quieren o no un emisario submarino frente a su pueblo, quizás sí. Lo que me gustaría saber es si alguien les preguntó. En definitiva, ¿cuanto vale un modo de vida?¿cuanto vale un cisne?.

Para los mapuches el canelo es un árbol sagrado, un árbol que preside las ceremonias religiosas y cuya madera no puede ser quemada. En la ciudad de Quillota alguien con ese apellido, Canelo, de ideología neonazi, a principios de junio fue condenado por matar a otra persona, alguien que se sentía parte de otro movimiento, el punk. Quien cometió el asesinato quizás piensa que lo hizo por su patria, por limpiar de escoria humana sus calles, pero ¿quien te da el derecho de decidir quien merece vivir o morir?. ¿cuanto vale la vida?.

Quizás, todo lo que escribí no sea más que una extraña contorsión literaria motivada por mi resfrío e insomnio. Quizás todo no esté más que unido por la lengua y la religiosidad de un pueblo. Incluso, en una de esas, las personas de Cobquecura están felices o les da igual la instalación del ducto, o las de Quillota piensan que hay que de verdad limpiar las calles de escoria humana.

No sé, no tengo idea, lo que es yo, me gustaba Cobquecura tal cual la conocí, y me encantaría estar en un bosque de canelos (me refiero al árbol, por supuesto).

sábado, junio 17, 2006

El principio del mundo


Foto: Graca Loueiro

El comienzo de un mundo quizás empiece con una pregunta. ¿Porqué no?.

Es que todo comienzo es un desafío a si mismo, una pregunta que te punza el espíritu, a veces las vísceras, pues escarba entre inseguridades, frustraciones, recuerdos y todo que aquello que constituye esa mochila invisible que vamos llenando a medida que crecemos y que nos estorba el avanzar si es que no la vaciamos de vez en cuando. Y como toda creación, un mundo nuevo es una aventura, un viaje intenso, de esos que alguna vez quizás hiciste con una mochila, esta vez bastante visible, en la espalda, cuando daba lo mismo comer o no comer, dormir en el suelo o caminar kilómetros por la carretera bajo el sol o con la lluvia eterna sobre tí.

Entonces quizás lo hiciste, simplemente, agarraste la bandera, la llevaste adelante y la izaste en la colina o en la plaza. Y puedes hacerlo de nuevo claro, cuantas veces quieras en verdad, basta no dejar de preguntarse, ¿porqué no?, para que el cuestionamiento se transforme en afirmación y así dar el salto adelante.

Lo genial del mundo nuevo es que aún si nunca te animaste antes, si te quedaste entonces viendo tv con el control remoto en la mano en vez de largarte a vivir, siempre la vida te dice que todavia es tiempo. Quien llega al punto de no querer ya más nada se muere un poco, o quizas muere del todo, pues simplemente ya no se cuestiona nada, se pierde la oportunidad de obsequiarle el ramo de gardenias a la mujer que le gusta, y es incapaz de crearse una vida nueva, un mundo nuevo en verdad.

lunes, junio 12, 2006

El fin del mundo

El 06/06/06 lo pasé muy bien. El día en que se estrenó en los cines la profecía, aprovechando el simbolismo de una fecha con antecedentes apocalípticos, no pasó como si nada, no por lo malo, sino porque para mí fue un gran día.

Y quizás esa es la clave, porque hay dos opciones, o se acabó o no se acabó el mundo. Yo, amante de causas perdidas, me voy a quedar con la primera, quizás sí se acabó el mundo, pero el punto es que ni siquiera nos dimos cuenta, pues cada uno estaba demasiado ensimismado en sus cosas como para advertir que algo se derrumbaba alrededor.

Estirando el argumento, el mundo se termina, o más bien, mundos posibles son aniquilados cada vez que tomamos una decisión, pues ésta inmediatamente termina varios cientos de posibilidades que ya no serán nunca más. Siendo más drástico, cada vez que algo muere dentro de tí, o alguien fallece, un mundo completo se nos va, pero lo más terrible de todo, lo más duro de aceptar, es que el resto parece seguir dando vueltas como si nada, ajeno por completo al dolor de quienes vivieron y sufrieron la partida.

Tal cual fue el 6 de junio que recién pasó, el mundo pudo acabarse para muchos, pero el resto continuó con su rutina diaria, haciendo súper tangible esa frase que dice que el mundo es ancho y ajeno. Y mientras escribo esto, escuchando "Stay away" de "Alice in chains", no puedo dejar de escuchar a un vecino de la casa contigua que sufre ataques de pánico, el causante quizás de este post que transpira alegría, él grita, llora y maldice, como si no pudiera sobrevivir al mundo que lo rodea, como si su mundo fuese insufrible siempre, como si un mundo feliz se hubiera acabado para él hace rato, y no existiese siquiera la posibilidad de disfrutar de él.

Que ganas de gritarle ¡¡DESPIERTA WEÓN, el mundo no se ha acabado pa'tí!!.

Pero en fin, para graficar lo que debe ser el fin del mundo, mejor me apoyaré en las palabras de W.H Auden, el lo resume mejor que yo:

Que paren todos los relojes, corten el teléfono.
Eviten que el perro ladre dándole un hueso jugoso.
Silencien los pianos y, con un sonido suave traigan el ataud,
dejen venir a los deudos.

Permitan a los aviones dar círculos en lo alto
Escribiendo en el cielo el mensaje: ella está muerta.
Coloquen crespones alrededor de los cuellos blancos de los servidores públicos
Permitan usar guantes negros de algodón a los policias.
Ella era mi norte, mi sur, mi este y mi oeste
Mi semana de trabajo y mi domingo de descanso
Mi mediodía, mi medianoche, mi conversación y mi canción
Pensé que el amor duraría para siempre, me equivoqué.

Ahora no se necesitan las estrellas, sáquelas todas;
Llévense la luna y desmantelen el sol;
Vacien el océano y limpien el fondo;
Pues nada, ahora podrá ser como antes.

sábado, junio 03, 2006

El tiempo extraño

Hay un tiempo extraño. El tiempo que carga la inminencia, es decir, aquel que transcurre ante un acontecimiento que ocurrirá o dejará de ocurrir pronto, de pronto, casi sin espacio alguno para la duda.

Creo que en la segunda guerra mundial hubo también una guerra extraña, una que se llama así también porque transcurrió en un tiempo con el mismo nombre, aquel lapso entre la declaración de guerra y el momento en el cual se desbordó el horror. Pero el tiempo extraño no tiene porque estar asociado sólo a la brutalidad, aparece también cuando conoces a alguien, y algo hace click, llámalo química, presentimiento, atracción, destino o endorfinas, pero sea lo que sea lo que lo gatilla, sientes sin duda alguna la inminencia, tal cual sentía Huidobro por su madre que hablaba como un dirigible que iba a caer, o tal como sabes que vendrá un trueno tras un relámpago.

Y esto es muy atípico, porque siempre el transcurrir para nosotros parece gobernado, desgobernado mas bien, por lo aleatorio, por un proceso estocástico que modelamos mediante nuestra libertad. Entonces este lapso raro es un accidente, pues en el se maximiza la probabilidad de ocurrencia de un cierto evento, como si pudiésemos encontrar su primera derivada para luego verificar la condición de segundo orden.

El tiempo extraño pese a todo lo anterior tiene algo muy poco atípico, y es que es tiempo al fin y al cabo, es decir, se va mientras fluye montado en una flecha lanzada en dirección de la entropía. Pero este rato es extraño dije, y lo es porque fluye contenido, es decir ese dardo volará sin duda alguna, pero terminará clavado en un evento, aquel suceso esperado con inminencia, ese a todas luces inevitable, aquel que tomará la flecha mientras vuela para detenerla en el acto, transfomando su momentum en calor, o en lo que nos atañe, para transformar el tiempo extraño en simple recuerdo.

jueves, junio 01, 2006

Las cosas

Son algo inanimado, carente de sentidos, sentimientos, inteligencia o comportamiento. En todo lo que nos rodea están presentes, de hecho lo que nos rodea, en buena parte, esta formado por ellas.

Pero algunas están impregnadas de nosotros, de sombras propias o ajenas, pues su presencia invariablemente nos trae algo al presente. Un buen momento, lugar, recuerdo, un pensamiento, un "algo" que les entrega significado, uno único, absolutamente subjetivo muchas veces, y por lo mismo inexplicable, pues nace de la experiencia más profunda y propia.

Cuando sientes un vacío grande dentro de tí puedes confundirte, creyendo que con cosas puedes llenar de significado tu angustia. Y entonces vas por ellas, compulsivamente a veces, consiguiendo, comprando un poco de felicidad transitoria para olvidar el dolor. Y te llenas de cosas, sólo para que una vez que pase el frenesí te sientes a contemplarlas vacías, sin significado, sin la más mínima huella de que esa brisa de un algo especial paso por ellas o gracias a ellas.

Esas cosas, las que adquiriste sólo por olvidarte de tí mismo, sólo por cambiar intentando dejar de ser tú, no son más que una pildora azul, una que te anestesia del mundo real, llevandote a uno paralelo, imaginario, en el cual es más fácil todo, pues simplemente están las cosas para darle significado al día a día, ¿te sientes mal?, compra algo pues. A mí me gustan más las otras, quizás sea un afán un poco masoquista claro, pues equivale a elegir la pildora roja, la que nos lleva al mundo de verdad, al que duele a cada rato y en el que es duro vivir.

Pero es lo que hay, al menos en ese el mundo son los afectos los que le dan significado a las cosas y no viceversa. Siempre, por sobre todas las cosas.