jueves, abril 20, 2006

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Negación
Ira
Negociación
Depresión
Aceptación

Las etapas que se suceden antes para asumir algo. Ese algo puede ser una decepción, un trauma, una pérdida, un algo que nos marca en la vida a fuego, con un signo indeleble que quizás superes pero que no olvidarás nunca. Mientras escribo escucho “La Conquistada”, de Los jaivas, y pensaba que bajo la influencia de la cuarta etapa se ha escrito gran parte de la música y literatura, que para transmitir poesía te tiene que doler algo.

Contemplando en la memoria hacia aquel lugar,
En el horizonte de mi mente se ha escondido el sol,
Como un recuerdo que me llega de su corazón,
Ella no existe más
Ella es una nube que un beso ardiente derritió
Ella es una nube que el viento conquistó



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Bueno, ¿no?. Ok, un poco pegado quizás, pero lo pegado no quita lo bueno. Volviendo a las etapas, entre negar y aceptar hay sólo tres estaciones más ¿que será lo que falta para dar el otro pas?, o ¿que será lo que hay que aceptar para dejar la depresión?.

¿Será que nos negamos a aceptar?, ¿será nuestra incontrarrestable rebeldía a aceptar la realidad?, ¿que la depresión es un tanto adictiva? ¿o que es un estado anímico profundo grabado en alguna secuencia de aminoácidos en nuestro ADN?. La verdad, a mi corazón siempre adolescente le gustaría pensar que es pura rebeldía. Nos rebelamos, por eso no aceptamos.

Ser no ser
¿Que será preferible me pregunto?
¿Soportar los embates del destino funesto?
¿o rebelarse contra ese mar de tribulaciones
y terminar con ellas para siempre?.


Si fuese así, además de ser una guapeza, estaría justificado el haber citado a Hamlet allá arriba, pero parece que lo que me gustaría no es. Hay algo que nos impide dar el paso, trepar el último peldaño para aceptar. El aceptar nuestra soledad final creo yo, no aquella que se va cuando estás con amigos pasándola bien, ni aquella que se supera con afecto, sino una más intrínseca, el tener conciencia de nosotros mismos, y la intuición de saber que llegamos solos a este mundo y nos iremos solos de él.

Quizás la carencia de tiempo para nosotros simplemente nos cierra la única posibilidad de enfrentar el problema de la soledad, el encontrarle un sentido a todo lo que haces en tu día a día, superando la rutina: dormir-ir al trabajo-volver a casa-dormir. Nos impide, por ejemplo, hallarle un sentido a la depresión y escribir algo tan bueno para un amigo muerto, Alberto Rojas Jiménez, tal como lo hizo Pablo Neruda, y que con la arrogancia increíble que puede dar la distancia, me permití continuar a mi modo.

Vienes volando, solo, solitario,
Solo entre muertos, para siempre solo,
Vienes volando sin sombra y sin nombre

Vienes volando en un escalofrío,
Susurro entre árboles sombríos,
Llegas en silencio, deslizando tus pupilas sin luz
entre la pétrea frialdad de la costa,
pecho abierto, envuelto por el frío azul de la noche

Vienes volando mientras todo gira y nada se detiene
Gritando en silencio tu soledad de monte,
Se desgarra tu boca entre los verdes cipreses.
Vienes volando, sin hogar, sin tiempo,
simplemente solo.

Y es la tarde cuando vienes,
cuando el mundo se posa en tu mirada,
cuando el tiempo se desliza entre tus manos sin tiempo,
cuando te aferras al instante,
mientras nadie puede verte,
sin poder nombrarte,
sin poder estar con nadie, sin saber que ya has llegado

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Una vez más me dejas sin palabras, me encanta como escribes.
Te echo de menos.
Un beso

Yaiza

3nity dijo...

Gracias por tu visita. Un post muy bonito... Me leeré más tranquilamente el resto.