domingo, junio 25, 2006

Cobquecura y el canelo

Cobquecura significa pan de piedra en lengua mapuche. Es un pueblo ubicado desde Chillán hacia la costa, pasado el pueblo de Quirihue.

Es un lugar pequeño, con playas de arena con mar abierto y mucho viento. Lo conocí en 1995, a mi regreso de mi primera práctica profesional, estuve unos días ahí intentando aprender a pescar corvinas y lenguados, alojando en la casa de la familia de un amigo de toda la vida.

Lo recuerdo como un lugar aislado que en verano se llenaba de gente, afuerinos, que buscaban pasarla bien en vacaciones. Lo más notable, una roca cercan a la costa con una lobería, sus playas, río y su gente, lugareños, muchos de ellos descendientes de una importante colonia palestina.

Escribo esto porque cuando estuve allá era evidente el cambio que se estaba produciendo, se inauguraba un camino nuevo, llegaba más gente, ya no se podia dejar las cosas botadas en la playa y recogerlas al otro día, pues cosa extraña, alguien podía robarlas. Ahora me entero que la empresa Celco, dueña de plantas de celulosa, estudia eliminar sus residuos por un ducto submarino que instalarán en Cobquecura.

Celco, la misma empresa indicada como la culpable de la contaminación del humedal, santuario natural de la ciudad de Valdivia, que provocó la muerte y la emigración de sus cisnes de cuello negro, y que hizo que se la publicación "Ethics in science and environmental politics" se preguntara, "Son los dueños de Antar Chile (empresa dueña de Celco) tan avaros que no pueden gastar una pocas décimas del porcentaje de sus ganancias para tratar o recircular el contenido de sus efluentes de pulpa para salvar el santuario?".

Para mí, aparte del tema medioambiental, lo que está en juego es también la defensa de un modo de vida, ignoro si los habitantes de Cobquecura quieren o no un emisario submarino frente a su pueblo, quizás sí. Lo que me gustaría saber es si alguien les preguntó. En definitiva, ¿cuanto vale un modo de vida?¿cuanto vale un cisne?.

Para los mapuches el canelo es un árbol sagrado, un árbol que preside las ceremonias religiosas y cuya madera no puede ser quemada. En la ciudad de Quillota alguien con ese apellido, Canelo, de ideología neonazi, a principios de junio fue condenado por matar a otra persona, alguien que se sentía parte de otro movimiento, el punk. Quien cometió el asesinato quizás piensa que lo hizo por su patria, por limpiar de escoria humana sus calles, pero ¿quien te da el derecho de decidir quien merece vivir o morir?. ¿cuanto vale la vida?.

Quizás, todo lo que escribí no sea más que una extraña contorsión literaria motivada por mi resfrío e insomnio. Quizás todo no esté más que unido por la lengua y la religiosidad de un pueblo. Incluso, en una de esas, las personas de Cobquecura están felices o les da igual la instalación del ducto, o las de Quillota piensan que hay que de verdad limpiar las calles de escoria humana.

No sé, no tengo idea, lo que es yo, me gustaba Cobquecura tal cual la conocí, y me encantaría estar en un bosque de canelos (me refiero al árbol, por supuesto).

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