martes, mayo 09, 2006

La rueda

Todo terminó cuando ella se fue. El día en que ella partió el cielo se vino abajo, cayeron las estrellas y el mundo comenzó a parecer de mentira, aunque lo cierto es que era más verdadero que nunca, pues todo en él no es más que ilusión, construcción de la mente, de los sentidos, creación al parecer concreta e impenetrable, pero en verdad frágil y permeable al dolor.

Y la fragilidad abruma, pues rompe con todo aquello que creemos permanente. Pero ella se fue, tal como llegó, en silencio, con la paz dibujada en su mirada y con la palabra confusión en su frente.

Entonces ya no hubo más. Todo terminó borrado por un soplo.

Pero la rueda de la vida siempre gira, una y otra vez, alzándonos al cielo desde la profundidad más oscura, desde el fría opacidad de un cráter muerto, para lanzarnos hacia la estrella más brillante.

Y se elevó de nuevo un disco dorado sobre el mar, haciendo florecer gladiolos, floripondios y gardenias.

Y el horizonte fue amplio. Ancho como el insondable mar que llena nuestro pecho.

Luego volaron pájaros, bandadas azules y amarillas, que cantaron 24 trinos al dibujar un nuevo nombre en el cielo. Sólo para vivir sin pensar en un nuevo giro, sólo para escuchar bien adentro la melodía compuesta por Dios, simplemente para lograr vivir en paz aquí y ahora.


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