viernes, noviembre 08, 2019

Pequeña Carta a Fernanda



Te cuento, chiquita, que hoy es viernes 8 y ya son ocho meses,
y el tiempo desgarra, acelera y va lento, dependiendo del día,
de las horas, de la noche,
y de la angustia que se mete y no suelta.

Te cuento que buscamos pájaros,
para verte entre ellos, libre,
como si nos miraras entre las hojas,
de los árboles que van quedando,
en este mundo que se va achicando,
día a día, marcha a marcha.

Hoy soplaba fuerte el viento en el Atlántico,
parecías llenar de ti la playa desolada,
y estabas en los prados,
en Güemes, en Alberti,
caminabas por la cuadrícula de la ciudad,
para luego esconderte y hacer resonar en nosotros tu partida.

Estás y no estás, siempre.
Eres el espacio que nos arrancaron,
el que falta irremediable.

No se como quererte, tampoco como olvidarte,
ni el color de tus ojos o el de tus sueños.
No conocí el sonido de tu voz o tus palabras,
para recordar cuando la vida duele y mancha.

Tu misma eres lo que me quedó de ti,
tus 37 semanas,
la alegría de tu madre,
tus vestidos y juguetes,
y esa esperanza dulce, tan querible y terrible,

la que te mira y te trae día a día para tomar tu mano sin poder tocarte,
paso a paso,
desde ya hace ocho meses.

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