lunes, mayo 30, 2011

Otoño

Eso era la soledad,
el carcomerse el alma escapando de uno mismo,
el no soportar la voz del yo y su estruendoso silencio.

Esos eran los días.

Hoy son el residuo del mar y su susurro libérrimo,
el navegar sin timón ni pasado que nos gobierne,

El entierro del sollozo y el parto al vacío.

Hoy es el deshojar las horas
prendido a una piel entre los brazos.

3 comentarios:

Princesa dijo...

Desgarradora soledad, enmarañada en el alma, caprichosa amiga del silencio. Poco a poco nos convierte en prisioneros...y a veces nos entregamos a su cárcel.
Salir es la clave, encontrar el camino de vuelta. Y renacer.
Y que pase el frío...

Besos eternos :)

Polvorilla dijo...

Feliz año nuevo Mauro, te deseo lo mejor.

Besos.

Mauro dijo...

Esther,

Muchísimas gracias. Lo mejor para tí y los tuyos este nuevo año.

Cariños