lunes, noviembre 30, 2009

Leviatán

El calor agobia y la cura está entre las imágenes de ti junto al recuerdo del Pacífico que lleva y trae el manifiesto.

Arrojarse a las aguas para no enterrar el destino.
Tener entre los dedos el pulso azul de nuestra vida.

Todo sea por acallar la recurrencia y el sopor que adormece y aletarga. Ser náufragos, hollar la huella que nunca ha existido.

Quizás algún día estaremos cansados de rolar
y sentiremos la mirada de los navíos muertos
junto a un estampido de fardelas pardas .

Allí inundaremos nuestros pechos,
y entonces, simplemente entonces,
construiremos nuestra cruz y descansaremos para siempre.

"Cada vez que me sorprendo poniendo una boca triste; cada vez que en mi alma hay un nuevo noviembre húmedo y lloviznoso; cada vez que me encuentro parándome sin querer ante las tiendas de ataúdes; y, especialmente, cada vez que la hipocondria me domina de tal modo que hace falta un recio principio moral para impedirme salir a la calle con toda deliberación a derribar metódicamente el sombrero a los transeúntes, entonces, entiendo que es más que hora de hacerme a la mar tan pronto como pueda. Es mi sustituto de la pistola y la bala."
(H. Melville)

2 comentarios:

Arya dijo...

"... y yo que quería vivir
pero siempre termino
hechándome a la deriva".


Quizás por eso me escape a las montañas....

Saludos.

virginia dijo...

¿Decadencia o encontrarnos? ¿Despedirnos o encontrarnos?...

Reflexivo

besos