domingo, julio 09, 2006

La hora 25


Es una hora que no existe. Si el tiempo sigue un orden cronológico es la hora que viene después de la última, el instante que sigue al final de todo.

Es también el título de dos películas que he visto. Una de ellas, antigua, con Anthony Quinn personificando un soldado rumano en la Segunda Guerra Mundial, alguien que es sobrepasado por los hechos y se ve envuelto en un torbellino de situaciones que no comprende y que lo alejan inevitablemente de su familia. Su hora 25 es a su regreso, a casa, despues de años en el frente de combate, cuando lo espera su esposa con un nuevo miembro en la familia, un bebé en brazos con rasgos alemanes.

En la otra, Edward Norton encarna un tipo que va a ir a la carcel, es la narración de esa espera, una de la cual al parecer no hay escape, y en donde todo parece desolado, pues nada importa ya. Pero el condenado intenta cambiar, sanar heridas con su padre, amigos y su novia, quien quizás lo traicionó acusándolo a la policía. Spike Lee, el director, se da una licencia al final, cuando rumbo a la carcel, Norton tiene la oportunidad de ver como sería quizás su vida si abandona todo, si que se juega por la última posibilidad de romper el nudo de aquello que ha tejido, con aciertos y errores, durante toda su existencia.

A veces pareciera que todo fuese parecido a un desierto, como si todo nos sobrepasara y nos fuera imposible el más mínimo grado de control sobre cualquier suceso. Es la extraña contradicción de que ciertas cosas pueden durar para siempre, pero también pueden destruirse en cualquier momento, entonces uno quisiera agarrarse a esa hora última, la esperanza final, el hecho clave que, según sea lo que optes marcará inevitablemente tu destino.

Salud por eso.

3 comentarios:

3nity dijo...

A veces mis días necesitarían 25 horas o más...

Mauro dijo...

Si 3nity....25, 26 o 27 incluso. Quizás, simplemente que el tiempo no pasara tan rápido.

Saludos.

Anónimo dijo...

Vive ansiosamente, manotea, desatinado el tiempo... no tanto para llegar a ser otro como por dejar de ser lo que es, no tanto para alcanzar el futuro y el pasado como para huir del presente.