martes, julio 25, 2006

Cuando llueve

Foto: Gil Garcia
Pareciera el fin.

El fin del tiempo, del día a día, porque con ella el ritmo cambia, el vértigo da paso al sosiego que nace de la contemplación, del observar como escurre el agua que cae deslizándose por el vidrio de tu ventana. Es como un amor maduro, aquel que valora la pausa, el momento, la espera.

Y cuando llueve se limpia todo, la calle, el espíritu. Entonces te dan ganas de beber chocolate caliente con leche, quizás café, en una de esas ambas cosas, talvez mirar el mar como se sale del torpe espacio lo contiene en la Avenida Perú, Playa Ancha o Concón.

Quizás la imaginación y la memoria se te arranquen un poco, como tantas veces antes, como tantas luego, y te arrastren a un cine, a un paseo que creiste olvidar con bufanda o paraguas. Una sopa caliente, un cigarro en la terraza un día lluvioso de domingo, música para volar lento, john coltrane, lucybell, blues, saudade, nostalgia.

Y el cielo se vuelve contradicción, pues la luminosidad opaca que lo envuelve no es más que el envoltorio de la líquida esencia que le devolverá el brillo, liquidez que se asoma este dia martes 25 de julio, el día sin tiempo en el calendario maya. Día de frío que punza la piel, que molesta el alma, día para ver pasar en silencio, para hacer de la espera un nuevo comienzo que resbale una vez más por el vidrio de tu ventana.

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