domingo, agosto 15, 2010

Destino

Usted vendrá,
pues pareciera que sus dedos se llevan bien con los míos,
como si supieran que el refugio que les corresponde
tiene el frío de sus muslos y la textura de su piel tras de sus rodillas.

De seguro usted se desembrollará de sí,
sin esperar dos sorbos de preámbulo
percibiré la helada curva de su cuerpo,
sincronizando el latido de su sien con el fragor de mi diástole y sístole.

Invocaremos las alegrías y duelos, para que caigan sus nombres sobre nosotros,
callaremos todo lo que no se conjugue entre usted y yo,
y un cobertor de luces iluminará su cara
cuando me diga que su hijo crece.

A eso de un trago y algo, un silencio comenzará a llevarla a otra parte,
apóyese en mi pecho entonces que yo acariciaré su mano,
quizás no cueste nada retenerla así, perfecta,
sintiendo que la sinceridad quema como un último cigarro,
antes de atravesar el umbral que nos pierda, como siempre, en el olvido.

3 comentarios:

Arya dijo...

Aveces el destino.. suele ser demasiado fuerte y liviano a la vez, para permitirnos atraparlo.

Conmovida por tu escrito... en un momento en que he de pasar el umbral y cerrar la puerta.

Un abrazo grande :)

Transeúnte en una ciudad donde llueve siempre dijo...

Don, este poema_relato es una maravillez, ¿Ya le dije no?
Besos

Anónimo dijo...

maravilloso, mau, genial

(lau)