sábado, febrero 18, 2006

La calle

Conocí al tipo más triste del mundo. Su sombra lo seguía lenta, incansablemente, alcanzándolo a cada paso, sólo para dejarlo ir un instante y alcanzarlo nuevamente, siempre algo aletargada por la melancolía y la nostalgia, mientras él se dedicaba a vagar junto a la orilla. Parece que las tardes, a esa hora en que las sombras se estiran, son más propensas para que las personas más tristes del mundo se reúnan, o al menos estén la una junto a la otra, pues las personas en ese estado generalmente no pueden dejar de estar solas aún cuando estén rodeadas de gente.

Mientras lo observaba, advertí de pronto que yo mismo había dejado de estar ahí, el presente había dejado de ser mi tiempo, y la memoria me había trasladado a otro sitio, a algún buen instante, quizás a alguno malo, pero siempre atascado en el pasado. Y descubrí que éste generalmente deja un dejo de tristeza en la boca, mas bien en la garganta, aún cuando recordemos un instante genial que nos haga sonreir, porque simplemente ya pasó, y nos hace concientes de ser finitos.

Entonces, no quise contagiarme de la tristeza del hombre más triste del mundo, siempre he sido porfiado, así que me negué a ver pasar el tiempo trotando a mi lado, y decidí abandonar el muelle, con el tipo aquel y su sombra atada inexorablemente a sus zapatos. Y mientras caminaba por la calle de tierra, calle por la que transitaron miles como yo y también otros muy distintos a mí, eché a volar mi imaginación para traer futuro, pues la memoria sólo puede traer pasado. Junto a mí pasaron caballos, perros, colibríes, y dejé atrás floripondios, mientras subía y subía la tristeza del susodicho quedó atrás, convertida en fantasma, mientras tanto el último resto de sol se alojó en mi retina y el viento empezó, una vez más, a desbocarse cerro abajo golpeando mi cara.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Solamente una palabra: sensible.
Irresistivelmente sensível.

Anónimo dijo...

Conocí al chico más especial que pueda haber sobre la faz de la Tierra. No sé como camina (ni siquiera sé si lo hace)pero sus pasos deben ser firmes, decididos, al mismo tiempo que prudentes y delicados, por si en su camino se cruzara alguien a quien pudiera herir...