
Llueve, y la ciudad es el crepitar de una hoguera sumergida entre grillos. Como si el día se rasgara en el trance de un sueño sonámbulo.
El cielo cede a la tierra, nosotros cedemos a él.
El mar es un remolino de malezas azules, la tierra calla penitente.
La mañana cae bajo el velo que la cubre. Como si el tiempo se hubiese marchado, y una figura muda ahogara sus lágrimas.
El cielo cede a la tierra, nosotros cedemos a él.
El mar es un remolino de malezas azules, la tierra calla penitente.
La mañana cae bajo el velo que la cubre. Como si el tiempo se hubiese marchado, y una figura muda ahogara sus lágrimas.