Tanto tiempo y días luminosos que ahora yermos yacen recogidos en su tumba.
Invoquémoslos, recobrando el perderse ineludible, mientras el viento troca los segundos por el paréntesis de la pequeña muerte que nace entre nosotros.
Ven, regálame el abandono de tu cuello entre mis manos, mientras te penetro con el frenesí de la vida que se marcha.
4 comentarios:
... la vida que se marcha... a cada segundo, a cada minuto, hora y día... no hay vuelta atrás.
Besos.
LO SIENTO, pero me quedo con lo que te dije ya.
beso
Pero qué bonito: "Regálame el abandono de tu cuello entre mis manos..."
besos mauro
-vir-
A toda muerte le coloco siempre puntos suspensivos –los paréntesis no me gustan-, habría que recordar que debajo de las tumbas nacen flores; quizás una rosa que nos devuelva toda “ansia de penetraciones”.
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