Foto: Maria Loreto
En realidad, no debería haber asombrado a nadie. Desde que todo indicaba que A. se había cargado a ELLA, había claros indicios de que comenzaba a tornarse inevitable.
Esa noche la luz apenas se filtraba entre las ramas de los árboles que cubren la vereda norte de la calle. Entre medio, pegado a la pared, apenas un quiltro somnoliento fue capaz de divisar la silueta escurridiza de M. intentando llegar a la casa de Mauro.
La luna llena gritaba muda en lo alto, una pésima noche para intentarlo, pero el destino es así- pensó, mientras trepaba la reja negra. El pasar por el patio fue rápido, el forzar la puerta, más rápido aún, mas que mal, conocía hace un tiempo esa casa.
De pie, frente a la cama, con el pasamontañas puesto y los guantes apretando su CZ de 9 mm, M. apuntó calmo en dirección a Mauro que dormía plácido. La noche entumía a ese quiltro somnoliento de la esquina, cuando comenzó a sentir la presión del gatillo en su índice.
Instantes después, pensó: será tarde o temprano, él o yo. Mientras tanto, el cáñón de su CZ sin disparar molestaba bajo la axila, la luna volvía a gritar muda en la calle y el quiltro somnoliento de la esquina quedaba atrás aterido de frío.
Esa noche la luz apenas se filtraba entre las ramas de los árboles que cubren la vereda norte de la calle. Entre medio, pegado a la pared, apenas un quiltro somnoliento fue capaz de divisar la silueta escurridiza de M. intentando llegar a la casa de Mauro.
La luna llena gritaba muda en lo alto, una pésima noche para intentarlo, pero el destino es así- pensó, mientras trepaba la reja negra. El pasar por el patio fue rápido, el forzar la puerta, más rápido aún, mas que mal, conocía hace un tiempo esa casa.
De pie, frente a la cama, con el pasamontañas puesto y los guantes apretando su CZ de 9 mm, M. apuntó calmo en dirección a Mauro que dormía plácido. La noche entumía a ese quiltro somnoliento de la esquina, cuando comenzó a sentir la presión del gatillo en su índice.
Instantes después, pensó: será tarde o temprano, él o yo. Mientras tanto, el cáñón de su CZ sin disparar molestaba bajo la axila, la luna volvía a gritar muda en la calle y el quiltro somnoliento de la esquina quedaba atrás aterido de frío.
2 comentarios:
La inocencia...
Una violencia..
al mismo tiempo.
Final abierto.
Luna gritando.
Me gustan los perros, en especial los quiltros, sabes que en mapudungun quiltro es perro pequeño y lanudo?
cosas de la historia...del lenguaje..de la historia...
gracias.
Saludos lluviosos
Es muy interesante la manera y los detalles de la aventura, un saludo desde el mar.
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