Foto: Luisa Ferreira Fue a esa hora en que la tarde empieza a cambiar de nombre, el aire estaba tibio, el rato estaba solo, así es que decidí salír a buscar el cometa McNaught. Es que siempre quise ver uno, desde el fiasco del parafernálico Halley hace mucho tiempo atrás, pasando por varios otros que nunca pude ver.
Y me fui caminando, tranquilo, sintiendo el pasar de la ciudad mientras las luces comenzaban a encenderse, y el pulso de la noche llegaba lento, sin pausa alguna. Mientras caminaba noté que a esa hora es más dificil ver claramente, en una de esas mis ojos ya no son lo que solían ser para mis olvidados lentes, o porque las pupilas están a medio camino, entre dilatarse o quedarse indiferentes, en un simple rapto de indecisión.
El punto es que entre el contraste de la luz eléctrica que nacía y las sombras que llegaban, comenzó a aparecer gente. Personas felices, bicicletas, un niño lisiado que reía mientras su silla era empujada por su hermano, una que otra pareja, así todo se sucedió hasta llegar a la orilla del mar para encontrar iluminación mirando al cielo. Atento, mirando hacia el SW, como una pelicula de Subiela, por más que miré, no vi, quizás estaba escondido entre la noche, agazapado en las sombras, cegado por la luces, no sé, pero no estaba, y si estaba, no logré encontrarlo.
Sabía que estaba ahí, pero las sombras o el exceso de luz ciegan y lo ocultan a la mirada. Es que quizás un cometa, ese cuerpo celeste que puede ser visto de miles de modos distintos, lágrima, volantín, un ángel o como una piedra sucia de hielo y carbono que al sublimarse genera una estela de gases, es de esos hitos extraordinarios que a ratos no son tan extraordinarios, pues pueden aparecer de repente, siendo objetivos, no tan a lo lejos, abriéndose paso entre la oscuridad para contemplarlos y disfrutarlos por un tiempo escurridizo.
Es que ahí, mirando al cielo, simplemente dejé pasar el hecho que a veces la luz está cerca, aquí en la tierra, en lo simple de la vida, en cosas que pueden ser tan triviales como un poco de cariño, comer un helado descalzo en la arena, una gota de felicidad, o en la nariz fría de tu pareja mientras la besas una tarde de otoño.
Quizás lo realmente sorprendente de un cometa está en la belleza que pinta con fugacidad en la inmensidad del cielo oscuro, en la sorpresa que desde la nada pueda aparecer algo así de un día para otro. Tal vez, simplemente en la transgesión con la llega para decirte que si se puede, que de las sombras viene la luz, tal como la felicidad de quienes aparecieron de la nada para acompañarme, sin saberlo, viendo el cometa que no estaba en el cielo, sino en la tierra.
9 comentarios:
Te imaginé en la arena mirando el cielo, escudriñando la oscuridad como dices.
Me parece una preciosa definición de lo que puede ser la aparición de un cometa,me pareció cautivadora la idea de buscarlo por acá, más cerca de lo que creemos puede estar.También,lo busqué en el cielo de la V región este finde y dp. de la insistencia de los presentes, casi creí ver algo.Sin embargo, me traje en mi retina, el mar, el cielo mezclado con los ojos de mis amig@s, con sus sonrisas, confesiones y cariños,aún cuando faltó una que quería apareciera,quizás ahí se complete mi efecto Mc Naught.
Hola Mauro,
Yo también busque mi cometa rodeada de mis amigas y aunque no lo vi, disfruté de la compañia, la camaraderia y el paisaje, tal vez lo mejor de todo es que estabamos todas reunidas y nuestra amistad se fortalece.....quizá ese fue el verdadero cometa y estaba ahi conmigo hace días...
Un beso, me gusta leerte,
Cecilia
ay hombre de cometas, que semana me está tocando... al final es que la luz es demasiado fugaz igual que el cometa. Creo que preferiría estar en esa playa mirando pa arriba y sentir en los pies la arena fria de la noche.
Mauro..... ME entretengo harto con lo que escribes.De un manera graciosa, sugerente, sensible, colorida, reflexiva, y a veces análitica etc, lo que pasa en el cotidiano. Espero que nos sigas entreteniendo con tus letras. Saludos. Caro
Palabras e imágenes de ensueño.
Precioso blog.
Saludos desde Costa Rica.
Me recordaste a una buena amiga que en estos momentos está en tu país, allí donde ahora es verano y donde la arena de la playa debe estar calentita y las noches os ofrecen en bandeja paseos por la orilla del mar...
Me encantó las comparaciones que utilizaste para describir las sensaciones de esperar un cometa, de verlo venir...
Un beso a un treintañero que debe estar orgulloso de serlo ;-)
(La edad no tiene años, sólo experiencia)
Te pega perseguir estelas de cometas.
Besos orgiásticos.
saludos desde aqui para ti, dan ganas de mirar las estrellas con tu post
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