domingo, febrero 22, 2009

Foto: Anderson Sutherland

Y tú,
que escribes de páramos,
de paisajes desnudos como huesos,
de carnes y bocas que se deshacen en la miel y el agua de panales macilentos.

Y caminas vestida de cenizas,
para nacer entre suspiros y dejar el mundo entre gemidos.

Trepo estrellas por tu cuerpo de aire,
beso tu amanecer cuando yo anochezco.

Mírame, abrazándome con tu pelo de genistas,
y llevame contigo,
al jardin demudado de tus palabras florecidas.

jueves, febrero 12, 2009

Momentos

Foto: Pedro Milanez

Tarde.

Viéndote surgir del Subte, rozando el pasamanos de acero pintado, tu pelo negro y rojo germina desde las entrañas de la tierra para inundar la avenida. Tu presencia rebalsa, trascendiendo tu cuerpo y la lluvia de febrero. La curva de tu cintura desafía la recta trazada entre la acera y los rieles de la estación Callao, todo se conjuga para abofetear la letanía de la multitud que no deja de pasar, sin un porqué ni un donde.

Noche.

De la mano por Bolívar y Defensa, bordeando la hermosa decadencia de la ciudad, sabemos que nuestro pedazo de felicidad respira y anida bajo la fuerza que irradian los árboles junto a la catedral trizada de tiempo. Es tenue nuestro deslizar, como un casco de madera en su roce con el agua, o el susurrar de una hoja agonizante cayendo a tierra.


Bajo los ángeles de piedra posados en lo alto,
entre bandondeones oxidados y pintores prófugos.
No importa el morir de cada día,
el desarme de la ciudad,
ni su furia carcomida.